El germanio es un semiconductor porque tiene la propiedad de permitir un flujo limitado de corriente eléctrica. Esto se debe a su estructura cristalina, que permite que los átomos de germanio estén dispuestos de manera muy ordenada. Cada átomo de germanio tiene cuatro electrones en su capa más externa, y estos electrones pueden ser "sacados" de sus átomos y utilizados para transportar corriente eléctrica.
Cuando se aplica un voltaje a un material de germanio, se crea un campo eléctrico que "empuja" a los electrones a través del material. Los electrones se mueven hacia el electrodo negativo si son portadores de carga positivos, o hacia el electrodo positivo si son portadores de carga negativos. Esto permite que la corriente eléctrica fluya a través del germanio.
El germanio es un semiconductor "intrínseco", lo que significa que no se ha agregado ninguna impureza para controlar el flujo de corriente. En cambio, el flujo de corriente se controla mediante la aplicación de un voltaje. Si se aplica una cantidad suficientemente alta de voltaje, el germanio se "encenderá" y permitirá que la corriente fluya a través de él. Si se aplica una cantidad suficientemente baja de voltaje, el germanio se "apagará" y no permitirá el flujo de corriente.
El germanio es menos común que el silicio como material semiconductor, pero todavía se utiliza en algunas aplicaciones especializadas debido a sus propiedades únicas. Por ejemplo, el germanio es más sensible que el silicio a la luz, por lo que se utiliza a menudo en dispositivos fotovoltaicos. También se utiliza en algunos dispositivos ópticos y en la fabricación de dispositivos de radiofrecuencia.